Sin duda la tendencia en cejas del momento es llevarlas gruesas y pobladas, por lo que el relleno con perfilador o gel fijador se ha convertido en un gran aliado tras ser olvidado durante años. Sin embargo, independientemente del grosor, conviene ajustar la forma de las cejas a nuestro tipo de rostro para vernos lo más favorecidas posible.
En primer lugar debemos tener en cuenta que desde la parte interior hasta el punto de altura la ceja debe mantener el mismo grosor e ir decreciendo progresivamente hacia las sienes. El final de la ceja lo determinará el ángulo entre las fosas nasales y el exterior del ojo.
Sabiendo esto, pasamos a nuestro tipo de rostro. Si es redondeado, optaremos por formas angulosas para compensar, marcando bien el punto de altura y ligeramente ascendentes.
Si, por el contrario, nuestras facciones son cuadradas, intentaremos que el inicio y final de la ceja estén más o menos a la misma altura, con un punto de altura pronunciado pero más redondeado.
En el caso de rostros tipo corazón, con mandíbula muy estrecha respecto a la parte superior, nos decantaremos por cejas más cortas y redondeadas, sin definir tanto el punto de altura.
A los rostros alargados les convienen más las cejas horizontales, con un punto de altura casi inexistente.
Si tu rostro es ovalado, tipo “huevo” como Megan Fox, ¡estás de suerte! Todas las formas te favorecen.
No obstante, hay algunos trucos para rasgos determinados: si tus ojos están muy juntos depila un poco más de lo normal el entrecejo, pero si tu nariz es grande, conviene que las cejas estén próximas.
Para los ojos caídos, un rasgo frecuente conforme avanza la edad, es preferible que las cejas tengan un trazo ascendente, escogiendo un ángulo más suave o definido ya en función del tipo de rostro.
La mirada es el centro de atención en el rostro y las cejas son protagonistas en ella, de modo que adecuar tus cejas a la forma de tu rostro puede tener efectos sorprendentes.