Últimamente hemos visto cómo las modelos plus size están comenzando a ocupar un lugar más relevante en la moda: Ralph Lauren fichó a Robin Lawley o Ashley Graham ha aparecido en el especial bikinis de Sports Illustrated. Podría decirse que los cuerpos curvy han empezado a ganarle batallas a los estándares extremadamente delgados (skinny) que nos han acompañado durante décadas, pero ahora ha surgido un nuevo grupo que quiere reclamar su lugar: las in betweenies, es decir, aquellas que no encajan en una talla XS ni en una grande.

Sin embargo, aunque todos estos movimientos me parecen muy bien, tengo que decirlo: aquí solo veo etiquetas. ¿Qué necesidad hay de encajar en un grupo a la fuerza? Si ahora está de moda un trasero a lo Kim Kardashian, ¿las chicas delgadas por constitución deben empezar a utilizar relleno en sus vaqueros?

Me muero por ver una campaña de moda que no incluya solo a uno de estos grupos, sino que represente la belleza en todas sus formas. Conozco chicas guapísimas de todas las tallas y, como ejemplo, podemos ver lo sexy que resultan tanto Cara Delevingne, como Beyoncé o la propia Ashley Graham, con cuerpos tan distintos.

Quizás algunos opinen que las campañas publicitarias y las pasarelas se tratan de vender, no de defender la belleza plural. A esto yo tengo que decir que con un buen equipo de maquillaje, peluquería y estilismo se debería poder vender la ropa y demostrar que nuestra marca puede favorecer a distintos tipos de mujer. ¿No les permitiría eso llegar a un público más amplio?

Además, definir quién encaja en cada grupo es demasiado difuso. ¿Una talla 40 es curvy o in beetwenie? ¿Por estar entre dos aguas no debería existir una representación de estas mujeres en publicidad?

Yo digo NO a las etiquetas. Tenemos que querernos y cuidarnos de la forma más saludable posible: ni llevar una vida sedentaria, ni hacer dietas “milagro” que perjudican nuestra salud. Un buen estilista sabe que se le puede sacar partido a cualquier silueta.